Soy hilandera, tintorera y guardiana de un saber antiguo que se teje entre las manos y el tiempo. Mi nombre es símbolo de una pasión que nació entre ruecas, fibras y silencios llenos de paciencia: el arte de transformar la lana en algo vivo, cálido y duradero.
Trabajo de forma completamente artesanal, desde la esquila hasta la madeja. Selecciono con mimo lanas de ovejas merinas principalmente, criadas con respeto, de rebaños trashumantes y otras veces de razas autóctonas asturianas y de pastores locales, comprometida con una producción sostenible y de cercanía. Lavo la lana a mano, la cardo y la hilo con rueca o torno, dejándome guiar por la textura y la historia que cada vellón trae consigo.
También tiño con plantas, raíces, cortezas y flores recolectadas en mi entorno. El color nace de la tierra, el agua y el fuego, y cada tonalidad es irrepetible, como lo es cada hebra que pasa por mis dedos.
Además de madejas únicas, creo productos textiles como fieltros, prendas tejidas, accesorios y piezas decorativas, todo hecho con la calma y el respeto que requiere un proceso ancestral. Aquí no hay prisa. Hay historia, dedicación y amor por lo natural.
Este espacio nace para compartir lo que hago, pero también para defender una manera de vivir y de crear más conectada con la tierra, los ritmos lentos y las manos que hacen. Si has llegado hasta aquí, bienvenida. Quizá compartimos el mismo anhelo de volver a lo esencial.
Merinas extremeñas y castellanas y ovejas de pastores locales asturianos.
Trabajo de forma completamente artesanal, desde la esquila hasta la madeja.
Lavo la lana a mano, la cardo y la hilo con rueca o torno, dejándome guiar por la textura y la historia que cada vellón trae consigo.
Tiño con plantas, raíces, cortezas y flores recolectadas en mi entorno.